Gonzalo Salas Contreras
Psicólogo
Colegio Paulo Freire del Elqui
No hay que ser obstinado para percatarse que el fenómeno de la Convivencia Escolar ha transitado de ser una categoría etérea a un constructo de “moda”, esto desde la frecuencia de representaciones en la comunidad educativa formal e informal como también la opinión y, porqué no decirlo, “opinología” de diversos sectores de la sociedad sobre este tema. Existe por lo demás, una diversidad de apreciaciones respecto a la convivencia escolar y con esto no quiero caer en la tentación de plantear que una es más válida que otra. Sí me interesa, en estas breves líneas, referirme a la construcción que como sujeto cognoscente realizo del constructo Convivencia Escolar, cuando me acerco primero como persona, luego como psicólogo y finalmente como consultor educacional a este objeto de estudio.
Lo primero que debo expresar es que convivencia escolar no es lo mismo que disciplina escolar ya que este último concepto se asocia al conjunto de normas y comportamientos que se deben ajustar respecto a las leyes tácitas y fundamentalmente explícitas que existen en la comunidad escolar, como por ejemplo, la formación de hábitos de asistencia, puntualidad, estudio, respeto, entre otras, muchas de las cuales se encuentran establecidas en los diversos reglamentos existentes en la escuela.
Lo primero que debo expresar es que convivencia escolar no es lo mismo que disciplina escolar ya que este último concepto se asocia al conjunto de normas y comportamientos que se deben ajustar respecto a las leyes tácitas y fundamentalmente explícitas que existen en la comunidad escolar, como por ejemplo, la formación de hábitos de asistencia, puntualidad, estudio, respeto, entre otras, muchas de las cuales se encuentran establecidas en los diversos reglamentos existentes en la escuela.
La convivencia, en cambio, se puede transformar en una “malvivencia” si la disciplina se ve alterada por comportamientos disruptivos no esperados en una sala de clases, aunque no necesariamente porque perfectamente puede existir indisciplina y la convivencia no verse afectada. Es más, muchos hábitos de indisciplina (por cierto, no todos) pueden hasta fomentar un estilo de convivencia muy propicio para las relaciones interpersonales.
Por otro lado, Convivencia Escolar, tampoco es sinónimo de Bullyng, fenómeno “bul”ímico y “bull”icioso de también escasa comprensión. El Bullyng es el maltrato entre pares que ha existido desde siempre en la escuela, solo que a juicio de Trautmann (2008) la “cultura del silencio” ha ayudado a su perpetuación. Este maltrato entre pares es vivenciado con angustia por un alumno o grupo de alumnos que es/son maltratado/s en una relación desigual de poder extendida en el tiempo.
Finalmente, la representación que realizo del concepto Convivencia Escolar tiene concordancia con la dialéctica desde sus diversas acepciones, la platónica más original está relacionada con el arte de dialogar, argumentar y afrontar los consensos como disensos en el acto de convivir. Si agregamos a esto, la dialéctica hegeliana, debemos considerar junto con lo anterior la acentuación con las temáticas de poder y estructuras que en la escuela tradicional y escuelas “pseudoalternativas” se manifiesta a través de diversos mecanismos de resistencia existentes de acuerdo a los diversos roles ejercidos. La convivencia escolar, para que sea una “buen-vivencia” o una “bienvivencia” debe estar dada por estilos de liderazgo saludables, no ejercidos por el control o la coerción y tampoco “laissez faire”, sino desde una mirada de aceptación de la diversidad, de ver en el conflicto una oportunidad de cambio y de respeto por los estilos individuales.
En relación con lo anterior, mientras escribo estas letras recuerdo a una alumna de 16 años de tercero medio que mencionó lo siguiente en una entrevista mientras desarrollaba una investigación-acción sobre la temática de la convivencia escolar en una escuela de la región de Coquimbo y planteó lo siguiente “Me carga que cuando hay un problema siempre esperen (aludiendo a profesores y compañeros) que uno se haga amigo nuevamente, si el problema ocurrió y uno no quiere hablar que lo respeten”.
En el epílogo y relacionado con la frase esgrimida por la alumna, me parece fundamental realizar un alcance también hegeliano, que plantea la concepción de la realidad formada por opuestos auténticos, que forman parte de un conflicto inevitable, de contradicciones visibles, donde es posible superar dichas diferencias y realizar una síntesis que es la expresión de la realidad tácita y necesaria que une a los opuestos. Para ello, es importante en la convivencia escolar, “vivir-con y con-vivir” desde lo inmediato a lo mediato, ya que la mejora de la convivencia escolar es un proceso, una forma de relacionarse en la escuela donde los diversos subsistemas (alumnos, profesores, directivos, apoderados, entre otros) deben trabajar por desarrollar una escuela axiológica, que considere al otro desde la virtud del respeto, desde el real espíritu por concebir una dialéctica de consideraciones éticas en las diversas prácticas pedagógicas.
En el epílogo y relacionado con la frase esgrimida por la alumna, me parece fundamental realizar un alcance también hegeliano, que plantea la concepción de la realidad formada por opuestos auténticos, que forman parte de un conflicto inevitable, de contradicciones visibles, donde es posible superar dichas diferencias y realizar una síntesis que es la expresión de la realidad tácita y necesaria que une a los opuestos. Para ello, es importante en la convivencia escolar, “vivir-con y con-vivir” desde lo inmediato a lo mediato, ya que la mejora de la convivencia escolar es un proceso, una forma de relacionarse en la escuela donde los diversos subsistemas (alumnos, profesores, directivos, apoderados, entre otros) deben trabajar por desarrollar una escuela axiológica, que considere al otro desde la virtud del respeto, desde el real espíritu por concebir una dialéctica de consideraciones éticas en las diversas prácticas pedagógicas.