Millicent Rowlands
En las semanas posteriores a la entrega de los resultados SIMCE, los medios de comunicación han permitido entregar distintas reflexiones y puntos de vista respecto a dicha medición nacional ya que, sin duda, si hay un debate que nos convoca a todos es justamente el de la evaluación de
En este contexto, aunque el SIMCE constituye un indicador a considerar para cualquier centro educativo, se entiende que presenta limitaciones, propias de una prueba de tipo estandarizada -de selección múltiple- que considera, además, sólo una selección de todo el contenido que puede abarcar una asignatura o campo de conocimiento, dejando de lado otros aspectos importantes como son las capacidades y, especialmente, las actitudes y valores asociadas a un buen aprendizaje.
Según Marchesi y Martin (1998), es posible diferenciar distintas ideologías en educación, así, existe la liberal, la igualitaria y la pluralista; cada una de ellas tiene repercusiones diferentes en la respuesta a la diversidad, la calidad y la equidad. La ideología liberal, visible en la mayor parte de los sistemas educativos actuales, supone incorporar a la educación las leyes del mercado y se sustenta en tres supuestos básicos: a) la competencia entre los centros es positiva, ya que les impulsa a un mejor funcionamiento para conseguir un mayor número de solicitudes; b) los padres deben recibir información sobre la eficiencia de las escuelas, basada sobre todo en el rendimiento de los alumnos; c) las escuelas, presionadas por los resultados de los alumnos, tienden a seleccionar a aquellos con más posibilidades de éxito. Desde este paradigma es que surgen “nuevas estrategias” por parte del Ministerio de Educación, diseñadas sobre todo en función de informar a la familia y a la sociedad de la calidad detectada en estas mediciones, orientando, se sostiene, la elección y el acceso a los centros con imagen de mayor calidad. Así, son creados y divulgados los denominados “mapas de calidad” que, como un sistema de semáforos, busca iluminar educativamente a los a los hogares del país.
En este punto, acogemos la visión de los investigadores de
Todo esto es posible con el apoyo de los padres y profesores, con vínculos afectivos y en consideración de los privilegios que muchos poseen, la responsabilidad es que los más aventajados colaboren para permitir que los que se encuentran en niveles más descendidos tengan derecho a pertenecer y a recibir una educación de calidad. Por último, todo lo expresado en los párrafos anteriores responde a la esencia de nuestro Proyecto Educativo, anclados en nuestra misión y visión, en donde, se persigue el desarrollo del ser, protagonista de su proyecto de vida, con compromiso y conciencia social para la transformación y aporte a la sociedad.
Desde esa perspectiva, la calidad educativa no puede reducirse a las mediciones estandarizadas y menos aún a una sola mirada de calidad educativa, ya que, tal como se analizó, no incorpora aspectos fundamentales de la formación humana y de los propósitos de contribución social de la educación.