Por Domingo
Bazán Campos
Profesor
Julio de 2012
I. Aspectos Generales:
Esta suerte de reseña corresponde sobretodo a una incitación al profesorado chileno para conocer y valorar el libro El Maestro Ignorante, del filósofo
francés Jacques Rancière.
Se trata de un libro que constituye una verdadera exhumación académica del planteamiento
filosófico y pedagógico del educador francés Joseph Jacotot, quien, en 1818,
provocó una fuerte conmoción en la educación europea al abordar el tema de la
emancipación intelectual y sostener, por ejemplo, que quien enseña sin emancipar embrutece o que todo hombre, todo niño, tiene la capacidad de instruirse solo, sin
maestro.
Jacotot es un revolucionario exiliado en Bélgica que logró que sus estudiantes de
Más de ciento cincuenta años después de
Jacotot, el filósofo Jacques Rancière dedicó el libro El Maestro Ignorante a ese
personaje extraño y complejo, a la vez soldado, revolucionario y profesor de química, fundador de una propuesta
teórica conocida como “el método Jacotot” o “la educación universal”. Rancière
logró, de este modo, dos propósitos:
a) primero, ubicar
a Jacotot en el esquivo salón de la fama de los pedagogos que comparten sitial
de privilegio por el simple argumento de contar con propuesta y reflexión
propia; y,
b) en segundo
lugar, desarrolla en esta obra Rancière un original y perturbador acercamiento
filosófico y político a los temas de la igualdad y la emancipación intelectual
y al papel que cumple la escuela moderna frente a ambas.
En líneas generales, se trata de un libro
que representa una extraña mezcla de razón y emoción. En efecto, Rancière, en
coherencia con las ideas que propone, evita explicar linealmente sus ideas y contenidos.
Al contrario, ofrece un libro que se lee y se comprende de a poco, paso a paso,
por aproximaciones sucesivas, con ciertas reiteraciones no siempre perceptibles.
Probablemente, se trata de un libro que revela sus argumentos de modo diferente
en cada ocasión en que es consultado, animado por la voluntad del autor de
provocar, no de explicar; de emancipar, no de atontar o embrutecer.
Por lo mismo, en este libro no se
presenta una postura pedagógica de fácil clasificación o categorización en
alguna corriente de pensamiento educativo. Es más, Jacotot, en un contexto histórico
post revolución francesa, puede parecer tanto un pedagogo anarquista (que busca
cuestionar los dispositivos institucionales y aniquilar la escuela capitalista)
como un pedagogo conservador (que aspira a recuperar las formas tradicionales
de educación no formal, pre-científicas o “más familiares”).
Para César
Tello, académico de la Universidad Nacional de La Plata , Rancière nos pone con
este libro en un “callejón sin salida”, derivado, primero, del absurdo
didáctico de que exista un maestro ignorante y, luego, del radical dilema
político de que todos somos iguales.
Ante esto, dice Tello, en cuanto educadores, podemos:
a) “morir”, en el
sentido de dejar de pensar, en términos de renunciar a la reflexión filosófica
y pedagógica;
b) “mirar para el
otro lado”, en el sentido elusivo o avestrucista
y también metaignorante con que se forman profesores y se instalan políticas
públicas en la educación actual.
Sin embargo, si compartimos la convicción
de que el pensamiento crítico representa una adecuada herramienta de
comprensión y de cuestionamiento de la vida universitaria, de la Pedagogía (como el saber
especializado en la educación), y también de la vida personal, dicho “callejón
sin salida” constituye una oportunidad para poner en entredicho muchas de las
nociones fuertes de la Pedagogía
y de las Ciencias Sociales, tales como el rol de la escuela y de las políticas
igualitarias modernas. Por ello, podemos reconocer en este libro una inmejorable
ocasión para tomar conciencia de que un maestro debe ser ignorante para poder
de verdad propiciar mejores aprendizajes y gatillar auténticos procesos
emancipatorios en los estudiantes.
II. Ideas centrales del libro “El
Maestro Ignorante”
De acuerdo a lo señalado, en mi opinión,
son ideas centrales de este libro las siguientes:
1) Como
se ha planteado, Jacotot entregó a sus alumnos una versión bilingüe del
Telémaco de Fénelon y los dejó solos con el texto y con su variable e incierta voluntad
de aprender. En contra de todas las concepciones modernas de la didáctica y la
pedagogía, así como del sentido común, todos los estudiantes llegaron a ser capaces
de hablar y de escribir en francés, sin que el maestro les hubiese transmitido
absolutamente nada de su propio saber.
2) Ante
este episodio, Jacotot interpretó que sus alumnos habían utilizado la misma
inteligencia que usa un niño para aprender a hablar, esto significa: escuchar y
retener, imitar y repetir, luego, enmendar el rumbo si es menester. Este
proceso intelectual y comprensivo opera también gracias al azar y se reitera
una y otra vez, sin que necesariamente haya un maestro delante de ellos.
3) Según
Jacotot, entonces, es posible enseñar lo que se ignora si el maestro es capaz
de impulsar al alumno a utilizar su propia inteligencia.
4) A
partir de esta idea es posible oponer la nueva “razón de los iguales” a la
tradicional “sociedad del menosprecio”, en el marco de la pretensión de que
todo hombre fuese capaz de concebir su dignidad humana, medir su propia
capacidad intelectual y decidir cómo utilizarla. En otras palabras, entendiendo
que el acto del maestro que obliga -o convoca- a otra inteligencia a funcionar
es independiente de la posesión del saber. Así, es posible que un ignorante
permita a otro ignorante saber lo que él mismo no sabe, siendo posible, por
ejemplo, que un hombre analfabeto le enseñe a otro analfabeto a leer.
5) Existe
un segundo sentido asociado a la noción de “maestro ignorante”, en la cual un
maestro ignorante no es un ignorante que decide actuar de maestro; es, en
rigor, un maestro que enseña sin transmitir ningún conocimiento, un educador capaz
de disociar su propio conocimiento del ejercicio de la docencia.
6) Un
maestro ignorante es un maestro que demuestra que aquello que llamamos
“transmisión del saber” comprende, en realidad, dos relaciones imbricadas que
conviene disociar: una relación de voluntad a voluntad y una relación de
inteligencia a inteligencia.
7) Esta
disociación no corresponde a un intento por destituir la relación de autoridad del
docente, para remplazarla solo por la fuerza de una inteligencia que ilumina
otra inteligencia, dado que ese es el principio de innumerables pedagogías
antiautoritarias que, como en la mayéutica socrática, finge la
ignorancia para provocar el saber. Aquí, se hace creer que su
objetivo pedagógico es suscitar una capacidad y, para ello, la mayéutica busca
demostrar previamente una incapacidad. Sostiene Rancière que Sócrates no solo
demuestra la incapacidad de los falsos sabios, sino también la incapacidad de
todo aquel que no es llevado por el maestro por la buena senda, sometido a la
buena relación entre inteligencia e inteligencia. El “liberalismo” mayéutico no
es más que la variante sofisticada de la práctica pedagógica ordinaria, que
confía a la inteligencia del maestro el trabajo de llenar la distancia que
separa al ignorante del saber.
8) En el
planteamiento de Jacotot,
el maestro ignorante opera la disociación de modo totalmente diferente. Para
él, el maestro ignorante no establece ninguna relación de inteligencia a
inteligencia. El maestro es solo una autoridad, una voluntad que ordena o
propone al ignorante que haga su camino. Es decir, echa a andar las capacidades
que el alumno ya posee, la capacidad que todo hombre demostró logrando sin
maestro el más difícil de los aprendizajes: aprender a hablar.
9) El
método tradicional para enseñar, según Jacotot, apunta en su esencia al
sometimiento del educando debido a la lógica misma de la razón pedagógica
tradicional, tanto en sus fines como en sus medios, esto es, en la noción
supuestamente neutral de enseñar al ignorante aquello que no sabe, de modo de suprimir
la distancia entre el ignorante y el saber. El instrumento esencial aquí es la explicación, como práctica educativa de
transmisión, lo que equivale a disponer de elementos del saber que debe ser
transmitido en conformidad con las capacidades supuestamente limitadas de los sujetos
que deben ser instruidos. Jacotot consiguió demostrar que el método de la
explicación constituye el principio mismo del sometimiento, por no decir del
embrutecimiento, cumpliendo una función solapada de regulación y de control.
10) Llama
la atención que si una persona pudiese educarse por si misma, a si misma,
entonces, no sería necesaria la existencia de un maestro. Aunque puede ser
obvio, no deja de tener una alta relevancia ética y política el que empiece a
concebirse al maestro explicador como un maestro necesario y funcional para los
fines de subordinación y de dominación de la sociedad tecnocientífica y
capitalista. Nótese, además, que esta noción de Rancière lo aproxima a otros
teóricos críticos, como Paulo Freire (y su educación bancaria) o Henry Giroux
(con su idea del profesor como un intelectual público).
11) Hay
un vicio aquí, señala Rancière, una paradoja algo perversa, diríamos: la
explicación se acompaña generalmente de la explicación de la explicación, de
modo que hay que recurrir a los libros para explicar a los ignorantes lo que
deben aprender. Pero esa explicación es insuficiente, pues, hacen falta
maestros para explicar a los ignorantes los libros que les explicarán el
conocimiento. Se trata de una tendencia metaexplicativa
que puede extenderse infinitamente.
12) De
este modo, es la autoridad del maestro la que pone punto final a esta cadena de
explicaciones, transformándose el educador en el único capaz de decidir en qué
punto las explicaciones ya no necesitan seguir siendo explicadas. Para Jacotot,
si la explicación puede llegar a ser infinita es porque su función esencial es
la de volver infinita la distancia misma que ella está destinada a reducir. En
otras palabras, la explicación es un fin en si misma, un fin que exige y
refuerza la desigualdad que pretende eliminar.
Es bueno precisar aquí que la didáctica actual ha sostenido
enfáticamente que el centro de las prácticas educativas de calidad es lo que
Yves Chevallard ha denominado transposición
didáctica, esto es, hacer de un saber superior un saber enseñable, acción
orientada por un interés cognitivo –en clave habermasiana- claramente instrumental y eficientista de la
educación, en desmedro de los temas de la coexistencia y de la emancipación de
los educandos.
13) Una
consecuencia de esta opción metodológica es que explicar algo a un ignorante
es, ante todo, explicarle a ese sujeto que no comprendería si no se le
explicara, es demostrarle así su incapacidad.
Lo paradojal es que la explicación se presenta habitualmente
como el medio para reducir la situación de desigualdad en la que se hallan los
que ignoran, en relación a los que saben. Empero, señala Rancière, explicar implica
más bien suponer que hay, en el tema que se enseña, una opacidad específica que
resiste a los modos de interpretación y de imitación mediante los cuales el
niño aprendió a traducir los signos que recibe del mundo y de los seres
hablantes que lo rodean. Esa es la desigualdad específica que la razón
pedagógica ordinaria o dominante pone en escena.
14) El
argumento de acentuar la desigualdad en nombre de la igualdad va más allá de lo
educativo, se torna en un argumento político de gran relevancia social toda vez
que se liga con la concepción misma de la relación entre igualdad y
desigualdad. Jacotot demuestra que la lógica explicativa es una lógica finalmente
social, una forma en la cual el orden “desigualitario” se representa y se
reproduce. Dice Rancière que cuando la igualdad está fuera del funcionamiento
normal de todo orden social –lo que argumenta con innumerables situaciones de
desigualdad-, y es, además, su objetivo y fuente de justificación, entonces, la
igualdad se vuelve algo inalcanzable.
15) De
este modo, según Rancière, la igualdad no es nunca un objetivo, sino siempre un
presupuesto. Lo importante es lo que, en cada momento, permite la presentación,
la afirmación, la encarnación de una potencia de igualdad, de una potencia de
capacidad cualquiera. Este es un factor de orden actitudinal que se encarna,
diríamos hoy, en el repertorio de competencias que debe poseer un buen maestro.
16) Esta
esperanzadora apelación ético-pedagógica de “la igualdad de entrada”, a
diferencia de “una igualdad de salida o de llegada”, ha devenido en nuevas
interpretaciones de la atención a la diversidad en el aula y la escuela. Me
recuerda las reflexiones del argentino Carlos Skliar, por ejemplo, quien llama diferencialismo al ejercicio docente -aparentemente
bien inspirado- de separar analíticamente los matices y tonos de una diferencia,
en un apriorismo moralizante para atenderla mejor, para terminar,
lamentablemente, marcando al diferente, desde la dicotomía normal-anormal,
sano-enfermo, ordinario-especial, de modo que el problema termina siendo el diferente anormal-enfermo-especial. Esta
obsesión por la diversidad, de noble propósito, culmina en una repudiable estigmatización
del diferente.
17) Para
Rancière, en consecuencia, maestro es el
que mantiene al que busca en su rumbo, sin obligarlo, sin entrometerse más
allá de lo necesario so pena de terminarlo moldeándolo como un ser sumiso e
irreflexivo. Un maestro ignorante, en consecuencia, es quien:
a) Relativiza,
cuestiona o elimina la explicación como recurso de aula.
b) Horizontaliza la
relación con el educando y le da reciprocidad, pues, el que enseña emancipando
sabe que él también está aprendiendo (parafraseando a Paulo Freire, “nadie se
emancipa solo”).
c) Hace de la
igualdad una decisión y es coherente con ella, dado que la igualdad no depende
de lo social ni es resultado de una acción justa.
d) Releva la
voluntad y lo actitudinal en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
e) (Pro)pone su
propia subjetividad en la construcción de la relación pedagógica, especialmente
al operar basado en la confianza en las capacidades propias y las del educando.
f) Trata al
estudiante como un legítimo otro/diferente (en la alteridad), rechazando la habitual
pretensión de los docentes de homogeneizar a sus estudiantes.
g) Apela, aunque
parcialmente, al contexto socio-cognitivo del estudiante, en la exacta medida
en que ello es necesario para establecer el vínculo, el acercamiento entre el
docente, el saber y él.
h) Aporta su
carisma y los productos culturales requeridos para acercar el saber al
estudiante.
i) No enseña
enseñan contenidos, se interroga a si mismo y pone en acción su conciencia
emancipadora a través de la triada de preguntas: Y, tu, ¿qué ves? … ¿qué
piensas? … ¿qué harías?
j) Concibe el
aprendizaje como un proceso de construcción de saberes por parte del
estudiante, que recupera saberes previos, y no como un proceso mecánico de
transmisión de conocimientos (estando, por ello, más cerca de posturas
psicológicas constructivistas que de posturas conductistas o positivistas).
k) Incrementa la
calidad del aprendizaje al fomentar la construcción de aprendizajes autónomos y
significativos, en cuanto no se trata de explicar lo que los científicos, los
artistas o los filósofos dicen o hacen, sino de ser, de alguna forma,
científicos, artistas o filósofos.
18) Estas
ideas, que resultaron polémicas y progresistas en su época, corresponden al momento en que se instaló en Europa un proyecto de orden social nuevo,
al alero de la culminación de la Revolución Francesa.
De acuerdo a Rancière, se
pretendía transitar de la edad
“crítica” de la deconstrucción de las trascendencias monárquicas y divinas
a la edad “orgánica” de una sociedad
que reposara en su propia razón inmanente. Es decir, una sociedad que
armonizara sus fuerzas productivas, sus instituciones y sus creencias, y que
las hiciera funcionar según un único régimen de racionalidad. El paso de la
edad crítica y revolucionaria a una edad orgánica exigía, ante todo, resolver
la relación entre igualdad y desigualdad.
19) Actualmente,
en el proyecto de sociedad orgánica moderna, se busca atenuar los efectos de
una estructura social que vive conflictos y opresiones entre un arriba y un abajo,
un norte y un sur, con distintos niveles de riqueza y de poder. En este
contexto, la escuela podría estar ejerciendo la misma labor de atontamiento y
de reproducción de las desigualdades. Aquí, el maestro ignorante es aquel que
se sustrae a ese juego reproductivo, en el acto de oponer la emancipación
intelectual a la mecánica de la sociedad y de la institucionalización
progresiva. Al oponer la emancipación intelectual a la institucionalización de
la instrucción del pueblo se sostiene que no hay etapas o gradualismo en la
igualdad, sino más bien plantear que la igualdad es una, es entera o no es
nada.
20) Una
última paradoja en la obra de Rancière: por la naturaleza misma de las
prácticas educativas que propone “el método Jacotot” -que concibe la enseñanza
y el aprendizaje sin mediaciones entre los actores, en un método esencialmente
de corte emancipatorio, estocástico y singular para cada sujeto-, resulta finalmente
imposible institucionalizar este método o vehiculizarlo a través de una
política pública. Hay aquí una huella anarquista que incrementa el aprecio por
las ideas de este autor.
Referencias:
Bejarano, Alberto (2007). “El maestro ignorante y los contra-métodos de
educación. Reflexiones sobre educación en América Latina”. En: Revista
Electrónica de Educación y Psicología. N° 3, julio del 2007.
Cerletti, Alejandro (2003). “La política del Maestro Ignorante: La
lección de Rancière”. En: Educ. Soc., Campinas, Vol. 24, N° 82, abril 2003.
Corradini, Luisa. (2008).”Entrevista a Jacques Rancière: El
Maestro Ignorante”. En: Anaclet Pons, Universidad de Valencia, 30 de
mayo, (on line) (http://www.uv.es/apons/uno.htm).
Rancière, Jacques (2003).
El Maestro Ignorante. Barcelona:
Laertes.
Skliar, Carlos (2005). “Juzgar la normalidad, no
la anormalidad. Políticas y falta de políticas en relación a las diferencias en
educación”. En: Revista Paulo Freire, N° 3, 2005.
Tello, César (2005). “Maestro, ¿por qué no dejas a los niños
pensar? Ensayo crítico sobre la obra de J. Rancière”. En: Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas. N° 11,
2005.
muy bueno
ResponderEliminarMuy Bueno estas explicacion
ResponderEliminarMuy Bueno estas explicacion
ResponderEliminarExcelente definición y perspectiva la que nos expone el Profesor Bazán. Humildemente confieso, fue unos de los mejores docentes que tuve en mi pre-grado.
ResponderEliminarP.Marcel
Muy bueno!! Muchas gracias por compartirlo! :)
ResponderEliminarClarisa
muy bueno, pero.... lo ideal es que cada uno lea el maestro ignorante por si mismo, yo tuve la suerte de hacerlo, ya que como leo mas arriba en los comentarios...muy buena explicacion..?? que es lo que leyeron y propone ranciere? ... emancipacion, ai que no busquens solo esta explicacion para comprender u entender, leanlo directamente, es mi humilde opinion
ResponderEliminarMuy bueno, no había leído ninguna reflexión tan clara sobre el texto de Ranciere, gracias por tu artículo
ResponderEliminarPamela
Muchas gracias, la explicación muy clara e iluminadora.
ResponderEliminarMuy buen análisis pero acaso conviene focalizar en que existe una mediación fundamental entre profesor, alumno y conocimiento, que es el texto (en este caso Telémaco). Dr. Lic. Prof. Gastón Español. Baires. Argentina.
ResponderEliminarexelente la narracion del resumen y me sirvio para comenzar mi tesis sobre el conocimiento muy bueno monica UNIVERSIDAD UNLAM pcia de Bs As Argentina
ResponderEliminarbuen artículo, me gustan las ideas generales que da del libro.
ResponderEliminarSaludos