19 de abril de 2011

Edgard Morin y la poesía de la vida


Patricio Alarcón Carvacho

Con motivo de la visita de Edgard Morin a Chile, una relectura de la conferencia que diera el jueves 12 de junio de 2008, en el Edificio Diego Portales. En esta ocasión el tema no es Morin sino el tema de Morin.

I.

Tendencia a la construcción y no a la destrucción del otro y de los otros. En tantos rincones del planeta, en tantas oficinas, en tantas salas de clase, en tantos hospitales, en tantas familias, cada día se hiere mortalmente la existencia de otro, se instala la competencia y la negación del otro como la pauta habitual de relacionarse, muchos el trabajadores y estudiantes al  levantarse en la mañana, se preparan para ir al “campo de batalla”, con cierta certeza de que en ese día podría destruir o dañar seriamente la existencialidad de otros o de sí mismo, regresando con nuevos enemigos  agregados a la lista  y cada día mas debilitado  por la pérdida de energía que producen los conflictos.

Si es tan  nutritivo y beneficioso establecer relaciones que fortalecen al otro, ¿qué lo hace tan complicado? ¿Qué hace más difícil aceptar que rechazar, negar que validar, empujar que abrazar?

En realidad no importa si alguien responda o no estas preguntas lo haga bien o lo haga mal. Lo realmente importante es que alguien acepte, valide y abrace. Sin embargo hay un mejor modo aún de contribuir construcción del otro y de los otros, que yo ahora y aquí acepte, valide y abrace, en  mi continuo ontológico hermenéutico.



II.

La necesidad de armonía humana, de estar con amigos, de establecer relaciones  de amor. La urgente necesidad de acceder a la  posibilidad de un mínimo de poesía de la vida.

No me sorprendió cuando Maria Tersa Pozzoli[1] me contó que Morin, había dejando esperando a un ex presidente y a prestigiosos académicos, por ir con uno de sus amigos, al Mercado Central y luego a la casa que éste tiene en Osorno. Qué importante es estar con amigos, porque sí, sólo por establecer un encuentro en la incondicionalidad del amor, simplemente para disfrutar el estar con otro, para coexistir en el encuentro de dos historias ya tejidas que se reencuentran para compartir y beber en una misma copa toda la nueva agua corrida bajo el puente, para restaurar algunas tramas desgastadas y para continuar escribiendo la poesía de la vida, donde ni una sola palabra es descarnada, inodora o insípida. Versos que nadie las registra para convertirla en textos públicos como éste,  “para halagarte y para que se sepa”.

III.

No hacer del bienestar un malestar, Morin señala como ejemplo ello, el aumento en el uso de antidepresivos y psicotrópicos, el hecho de que millones de comprimidos sean consumidos cada noche en Francia  Se estaría construyendo una civilización del mal difuso, del escapismo, de una tendencia  que impone la degradación de las cualidades de la vida. Inevitablemente resuena en  la mente la conocida frase de Nietzsche “mal se tú mi bien”. La afición al escapismo virtual, al más vale mal acompañado que solo, al “avestruzismo”: Aumenta en el lenguaje platónico el número de vivos muertos, o al menos, el hábito cada vez más común de “Morir un poco”, de una forma de  inexistencia creada por la propia existencia; por la auto declaración personal de incompetencia para la vida, de sentirme más vivo cuando más muerto se está, más presente en el estado de mayor ausencia.

Debemos urgentemente alfabetizar el existir. Instalar en cada nivel educativo una pedagogía antológica. Necesitamos  aprender  a ser a los que somos, a distinguir con qué y cuándo soy menos lo que soy. A reducir el miedo de estar con nosotros mismos y a convertir todo ensimismamiento en un urgente alteridad. Debemos ir abandonando los hábitos de no estar con nosotros y con los demás, principalmente hoy, donde todo sirve para lograr dicho cometido inexistencial, la TV, el Internet, el Moll, además de ciertos “retiros” y de ciertos “espiritualismos”, sin duda que las mejores puertas de escape son las que tienen letreros más o menos aceptados de “entrada”

IV.

No sabemos donde va el mundo, Según lo expresado por Morin, esto contribuye a la exasperación del malestar humano, nos hace pensar que el mundo es malo y con ello se pierde el futuro y el sentido. Alguien que informe o alguien que se informe donde va la “micro”, ¿va en la dirección apocalíptica que enuncian algunos?, ¿se encamina hacia una nueva era de armonía y encuentro?, ¿está realmente detenida y sólo algunos lo han notado?, ¿no tiene ninguna ruta trazada y se mueve en una impredecible “deriva ontológica”?, ¿va hacia el abismo? , como lo señaló un senador sentado a la izquierda de Morin.

¿Es necesario saberlo o sólo disfrutamos el viaje? ¿Pedimos que paren la “micro”?, ¿mejor saltamos por la ventana?, ¿la secuestramos y la llevamos en la dirección que nos parece la correcta?

¿La logoterapia tiene la respuesta?, ¿la Biblia?, ¿los maestros de luz? En este apartado sólo una lluvia de preguntas. ¿Tenemos paraguas?

V.

Hay que crear sentidos de pertenencia: No somos de ninguna parte, nos sentimos excluidos de familia, de ciudad, de país (aumentan las agrupaciones alternativas de pertenencia, micro sociedades que se conforman desde la descomposición de la sociedad). ¿Qué sucede que nos echan de todas partes?, nos expulsan de la sala de clases, en la familia somos el segundo, tercer o cuarto excluido, en el trabajo nos hacen la “ley del hielo” y como protagonistas de una especie de “Crónica de un despido anunciado”, trabajamos por años con la maleta lista junto al escritorio.

Nos aferramos de cualquier resto de naufragio para no hundirnos en las profundidades de la soledad. Cualquier agrupación que nos entregue “carné de socio” es valida, no importan las condiciones, podemos tranzar desde nuestro modo de peinarnos hasta nuestro valor más preciado. Se trata de tener un soporte, una pertenencia que nos haga sentirnos vinculados, apreciados por alguien, necesitamos una “pieza amoblada” siempre esperando, una matriz, un regazo.

¿Cómo lo hacemos entonces? ¿Qué hacemos hoy en pro de nuestra partencia y en la de los otros?, ¿con quienes vivo se siente pertenecientes? ¿Colaboro para ello? ¿Pertenezco al sistema familiar donde vivo?, una forma de respuesta bien podría ser la efectividad de una educación para la pertenencia.

VI.

Fortalecer a los adolescentes, porque son el eslabón más débil de la cadena social, producto  de la desintegración de la vida y de la sociedad. El mundo de los adolescentes se construye en un tejido trivial de la civilización, la adolescencia se construye en la descomposición, en el deshilachamiento  del complexus de nuestra civilización.

VII.

Qué hacemos con la segregación y fragmentación del conocimiento: ¿cómo unimos los pedazos de cultura, los trozos de disciplinas, las partes de ser humano? Debemos con urgencia integrarnos e integrar en donde estamos al trabajo transdiciplinario. Asumamos el protagonismo y responsabilidad que nos corresponde por disminuir la contradicción de los aprendizajes aislados, porque esta tendencia influye en una falta de conciencia y compromiso planetario, social y grupal. Debemos cooperar para que la educación sea capaz de complejizar, de incorporar la red social a las “aulas”, de traer y entretejer  la maraña coexistencial con la de cada estudiante, con la de cada profesor, con la de cada aprendizaje o acto educativo abordado.

VIII.

Debemos reducir la “desligación”: Son demasiados los “desligamientos” que nos resultan casi habituales, separaciones de género, de  familia y escuela, entre disciplinas, de instancias psíquicas como entre yo-ello y súper ello.

La tendencia de moda en nuestra cultura aún dominada por el paradigma de la  simplicidad, es la separación, se fragmenta el todo para conocerlo mejor a partir de sus partes, olvidando que los trozos diseccionados ya no pueden volver a unirse al todo con olvido de su pasado de parte, a no ser que se opte por el frankeisteinismo  humano, social, psicológico, mental y espiritual.

Se necesita con urgente una educación integrativa, una medicina integrativa, una epistemología integrativa, un coexistir integrativo. Todos palillos en mano, vamos uniendo en la mente  lo que siempre a estado unido en la realidad, vamos tomando conciencia de que todo y todos estamos inevitablemente unidos. Asumamos la responsabilidad de que todo lo que hacemos finalmente enciende o apaga una estrella, la importancia que un sola caricia puede tener en toda la descendencia de la persona acariciada, como lo señala Hellinger  en nuestras manos está restaurar la cadena del amor tansgeneracional. Las uniones ocurrirán de todas formas, independiente de nuestra “desligación”, igual se afectará nuestro cuerpo cuando nuestro espíritu o nuestra psiquis alteren su armonía., inevitablemente todos los niños serán caracoles que llevarán al colegio su “casa” a cuesta, y nos será posible que ningún hombre o mujer alcancen la plenitud de su género sin incorporar la parte de genero opuesto que le es inherente.  

Entonces coexistamos. Trabajemos arduamente por una coexistencia intrapersonal,  personal y transpersonal. Juntemos con la misma devoción que algunas religiones buscan volver a religarse con Dios. Dejemos de ser “gotas” y volvamos todos al océano. De una  buena vez hagamos el esfuerzo de no seguir separando lo que siempre ha estado y seguirá unido.

IX.

Si hay solidaridad hay responsabilidad: Cuando se ha educado la solidaridad la responsabilidad surge por añadidura. La indeferencia nos hace indolente. Para Rogers el fin principal de la educación es desarrollar la libertad responsable, y no habría sido fácil para sus detractores haberlo criticado como un promotor del “sueño americano” y del individualismo, si hubiera puesto a la base la solidaridad. No basta un “centrado en el otro” existencial hay que abrirle la puerta de la casa, hay que visitar y abrazar a ese otro. Morin en la conferencia relató el hecho de un hombre que sólo fue descubierto en su casa después de años de morir, no hubo personas cercanas que lo valoraran, que les perturbara  su ausencia. Nos enfermamos de indiferencia, “no estamos ni ahí”, nos sumergimos en el anonimato, y  con desconocimiento de nosotros mismos, nos rodeamos, casamos y criamos a otros desconocidos que descritos como tal, lo hacemos desechable, olvidable y postergable.

Si me importara la gente y el planeta que habitan, si me importara yo y la familia con la que convivo, tendría toda la fuerza, toda la esperanza, toda la disposición de responsabilizarme de todo ello, cuidar y colaborar sería me sería inherente, coherente y nutricio.

X.

Detener la barbarie interna de nuestra civilización. ¿Cómo se detiene una barbarie? El imperio romano fue destruido en este intento. Posiblemente hay que aplicar el principio de que un problema se resuelve validándolo, del mismo modo que algunos  pueblos invadidos fueron  integrando en su cultura a los barbaron invasores. Tal vez debe ser un cambio a escala humana, iniciado por mí y por ti aquí y ahora,  comenzando por “casa”, por  nuestra “zona de desarrollo de transformación próxima[2]”, tal vez continuando con el parafraseo de la teoría cognitiva de Vigotsky, esto  requiera de un proceso de mediación civilizadora. Una tarea que debiera ser asumida por todos, especialmente por los padres y educadores, ojala que con la misma convicción de Rousseau[3] de que el hombre es bueno por naturaleza y  sin la desesperanza apocalíptica de quienes lucran con contagiar con creencias sobre lo peligroso, inestable que es la vida en el planeta. Si se nos educa con la convicción de que vivimos entre enemigos y que debemos desconfiar necesariamente del otro para sobrevivir, la barbarie continuará invadiendo nuestra cultura, como lo ha hecho la cultura patriarcal con la  matríztica. Sin embargo no será posible la ocupación de  todo el territorio de la matricidad mientras exista un solo hombre o mujer con la capacidad de amar incondicionalmente, es posible que el modo de detener la barbarie es sólo aprender a hacer explicito el amor al otro que habita inevitablemente en nuestros corazones.

XI.

“Escribamos” más y más “Poesía de la vida”: existen las obligaciones sin placer, con resistencia y la “poesía de la vida”, lo que se hace por amor, amistad, o encuentro. Que bueno que están aumentando las comunidades sin rejas con espacios y actividades comunes, donde la danza grupal, la conversación se hacen en lugares abiertos y circulares.

Vivan los coloquios, los amigos que se juntan simplemente a dialogar sobre sus vidas. Destacaba Morin las agrupaciones informales que surgen en el ámbito laboral para el placer, la alegría y el  autocuidado.

Desde pequeños nos dividen desproporcionadamente los tiempos para el ocio y el “negocio” (negación del ocio), menos tiempo de recreo más tiempo para el trabajo escolar, de modo luego  nos resulte natural que la mayor parte del día, de la semana, del año y de la vida estén dedicados a las obligaciones, incluso que sea frecuente vivir con culpabilidad el tiempo minoritario que le dedicamos a la poesía de la vida.

Nuevamente y claramente los cambios surgen en la difícil pero no imposible tarea de modificar los sistemas agentes del control social: familia, escuela, iglesia…

Podríamos partir por hacer nuestro listado de las cosas que queremos hacer sólo por que sí y que  las he postergado por la “antipoesia de la vida” en que tendemos a estar inmersos y con ello (desde el hacer) contagiar de poesía y de vida a los demás.

XII.

Necesitamos construir un mundo de armonía ¿desde la pareja?: Si bien Morin manifiesta que se vive hoy una crisis del amor y de la pareja,  señala también  que la pareja es algo maravilloso, la describe como la  restauradora del tejido social, como el lugar desde  donde mejor se puede  luchar contra las crisis,  la unión que mejor puede resistirla, como el espacio de la flexibilidad. Lo que no se dobla de rompe señala la máxima con la que se describe una relación madura. Más que la capacidad cognitivo social de convertir los problemas en posibilidades, o la de fortalecer la relación a partir de cada crisis, esta resistencia al deshilachamiento social esta dada en el amor maduro, en la capacidad de decidir estar con un otro diferente, con alguien a quien  no se busca esclavizar en ninguna de su forma, donde amor es sinónimo de libertad. Tenemos esperanza porque existe el amor y un contexto privilegiado par cultivarlo. Alertemos nuevamente a la educación para que en pro del futuro humano y de la restauración del tejido social dañado, incorpore desde los inicios y de modo permanente en su tarea formativa la educación del amor y de la vida en pareja.

XIII.

Participación activa para la construcción de una nueva solidaridad. Por ejemplo las organizaciones informales de los trabajadores (caminar, hacer deporte, dormir siesta). Trabajar para un mundo solidario,  creando asociaciones de apoyo humano, ecológico. Hay mil microtegidos.

Hay un inconsciente colectivo que resuelva mejor los problemas que la conciencia parcelada de los políticos y los técnicos. Defensa de la vida como un hábito, avanzar de lo cuantitativo a lo cualitativo. Toda acción humana está en defensa o destrucción de la vida humana, se necesita una política que despierte a todos los problemas, que comunique, que integre, que vincule lo global con lo local: Es imperativo construir una política de la civilización. Se requiere de una reforma educacional para aprender a religar a integrar. Al respecto puede señalarse que la integración es algo más que un programa o una hoja dentro del bosque educativo es lo que le da sentido al bosque, es el objetivo de la educación. Integración en todos los sentidos una educación para todas las edades, razas, capacidades, intereses, se requiere con urgencia de una democracia cognitiva. Enseñar para la  totalidad permite la comprensión humana, porque es una condición que está en todos los contextos sociales, familiar, laboral, escolar. Es muy posibles que estas necesidades se educativas de humanización insatisfechas, expliquen en que los cohabitantes del planeta dentro del hogar, dentro de los colegios, dentro del trabajo, dentro de las comunidades de todo tipo, dentro del país, dentro del continente, establezcan pautas conflictivas y destructivas entre ellos, incluso, en una aparente paradoja, dentro de  entidades creadas para trabajar en pro de la humanización.

Morin señala finalmente la urgencia de una transformación histórica con  perspectiva de calidad de vida, para lo cual se requiere luego de la crucifixión de la humanidad, la resurrección de la esperanza, la resurrección del nosotros, la resurrección de la democratización y la resurrección de la ética.


[1] Sociopsicóloga, escritora y docente universitaria que ha “enmorizado” (entiéndase como enmarando de Morin) a muchas generaciones de estudiantes de distintas carreras.
[2] Se hace un parafraseo del concepto de Vigotsky que hace referencia a un potencial de aprendizaje que se puede actualizar mediante la mediación.
[3] Cabe recordar que Rousseau señala que el individuo participa inevitablemente en una sociedad corrupta, y que puede conservar su bondad natural, mediante un sistema educativo que le permita al “hombre natural” convivir en dicha sociedad corrupta.

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