18 de mayo de 2009

Vida universitaria y aprendizaje de calidad





Domingo Bazán

La vida universitaria constituye, en mi opinión, un espacio privilegiado para el crecimiento y desarrollo de las personas. En mi caso, continúo ligado a ella y eso me satisface plenamente. Sin embargo, muchas personas suelen pasar por la universidad sin que necesariamente les cambie la vida, situación que pueden ser considerada un error formativo lamentable, pues, significa desperdiciar lo más fascinante de la vida universitaria. Tal situación se puede palpar en los estudiantes cuando, por ejemplo, apenas pueden, se retiran a sus casas, cuando no hay interacción con los académicos fuera del aula o cuando no participan de ninguna actividad extra aula. ¿Y qué puede ser ese valor agregado que tiene la vida universitaria?

Una manera de expresar el valor de la vida universitaria es definirla como una oportunidad de aprender y vivenciar tres formas de aprendizaje, las que, para efectos de una comunicación más simple, hemos de identificarlas como las tres C. Esto es, conocer, criticar y crear.

Vamos en orden:

1. Conocer es lo básico, es lo que más se hace en cada cátedra y en cada conversación generada al interior de la universidad. De hecho, el que no conoce su profesión no logrará ser un profesional eficiente, al igual que cualquier estudiante universitario que desconoce sobre la realidad de su región o del país. Conocer involucra el dominio adecuado de los saberes actuales de la ciencia, la filosofía y la cultura, implicando la capacidad de aproximarse al saber acumulado por la humanidad, procurando el mayor despliegue cognitivo, epistemológico y teórico del estudiante universitario.

2. Hay luego un nivel superior que implica criticar. Se trata de un saludable y difícil desafío en cuanto representa avanzar en la autonomía de las personas, incluyendo su autonomía intelectual y moral. Criticar es asumir un papel activo en la construcción de conocimiento, transitando de un nivel receptivo del conocimiento a uno marcadamente más autónomo. Esto implica sospechar, discutir, dialogar, tolerar la divergencia, analizar, dudar y preguntar. Es, dicho metafóricamente, marcar la diferencia entre un alumno-mueble y otro que brilla por sus dotes humanas y neuronales.

3. La tercera c es la más dura de conquistar. Crear significa, en este contexto, conectar los planos del conocer y del criticar para construir algún elemento de novedad, algún rasgo de diferenciación o de singularidad en el sujeto. Si bien supone trasgresión y cambio, crear simboliza la búsqueda y la expresión de una identidad propia, pero asentada en el respeto por los grandes valores de nuestra cultura, esto es, en el enriquecimiento de nuestra historia solidaria y democrática. En otras palabras, crear supone la posibilidad de proponer, de mirar los problemas del conocimiento desde la esperanza y la posibilidad, toda vez que supone optar y el desafío de insertarnos en la comunidad universitaria y local de forma protagónica, personal y propositiva.

Las tres condiciones descritas -conocer, criticar y crear- otorgan un valor agregado a la vida universitaria y se logran con esfuerzo y dedicación, permitiendo formular una definición más compleja de aprendizaje universitario de calidad. Otorgan, además, una nota de distinción entre los estudiantes que sólo asistieron a la universidad y aquellos que han sido realmente universitarios. La distancia entre ambos es enorme.